lunes, 3 de agosto de 2015

LA HIGIENISTA DENTAL. Los orígenes de una nueva profesión.



Introducción


La actuación operatoria en cualquier campo de la medicina, máxime conforme la complejidad de la misma fue creciendo en buena parte por el material que requerían las nuevas técnicas, ha necesitado desde antiguo de la colaboración de un personal cuya ayuda acabó por convertirse en imprescindible. Por ceñirnos a nuestro ámbito concreto de la odontología, sabemos de la presencia de estas personas desde antiguo, en buena medida por las representaciones artísticas que con gran realismo, y a veces bajo el único prisma de la caricatura, recogieron diversos artistas sobre la actividad cotidiana que venía realizándose en las plazas públicas pues ese fue el escenario de nuestros precursores durante siglos.
Sin embargo, el colectivo de las “Higienistas Dentales” no surgiría hasta principios del siglo pasado, entendiéndose como tal un grupo de profesionales, formadas como tales con un programa docente concreto, que se dedicarían a ayudar al dentista en sus tareas, si bien su cometido llegaría más lejos y se convertirían, sobre todos en algunos países –como se verá más adelante- en las principales responsables de la enseñanza de los conocimientos necesarios para mantener una buena salud buco-dental al público en general, y en particular a determinados colectivos entre los que destaca el infantil, especialmente el que acudía a los centros escolares.


Alfred Civilion Fones, el patriarca del higienismo dental. Irene Newman, la primera higienista  .

Un nuevo colectivo vino a ayudar a la profesión con tareas específicas en el campo de la prevención una vez recibiera entrenamiento específico, nos referimos al de las denominadas, en un principio, “auxiliares dentales”. El dentista C.M. Wrigth proponía ya en 1902 la instrucción durante un año, en escuelas dentales, en áreas como la anatomía, fisiología y patología dental, además de realizar prácticas clínicas. Otros colegas comoSydney J. Rauh (1873-1935) y M.L. Rhein, de New York, aprobaron la idea e incluso este último propuso el aprendizaje de las mujeres como enfermeras dentales para realizar algunos tratamientos bajo la supervisión de un dentista.
Pero la idea de crear una escuela propia para este fin, esto es, una escuela de higiene dental se debe a Alfred Civilion Fones (1869-1938), natural de Bridgeport, Connecticut, que recibió su graduación en 1890 en el New York College of Dentistry y regresó a su ciudad natal, donde permanecería hasta su muerte, para trabajar con su padre, también dentista.
Fones escuchó en 1899 las enseñanzas de David D. Smith (1839-1920), un diestro especialista en odontología conservadora que sería profesor, y decano en 1880, en el Philadelphia Dental College donde él mismo había recibido su graduación de dentista en 1867. Smith publicó algunos artículos sobre “Oral prophylaxis”, actividad que él definía como: el cuidado y la remoción completa de todos los depósitos cálcicos, secreciones, placas bacterianas y todas otras concreciones que se ubican en las superficies dentales y entre ellos, especialmente en los márgenes gingivales, seguida del pulido de todas las superficies dentales por métodos manuales (2). Smith formó a algunos discípulos comoEdward B. Spalding (1868-1960), quien obtuvo el permiso del maestro para enseñar sus técnicas a algunos alumnos interesados en la profilaxis oral, tal fue el caso de Grace Rogers, una joven graduada que en 1904 realizaba con él (su futuro esposo) un aprendizaje de postgrado en la universidad de Michigan y un año después, en Detroit, se dedicaba a esta concreta actividad.
Una dentista de ilustre raigambre, la biznieta de Horace Hayden -el fundador de la primera institución de enseñanza odontológica en el mundo, el Baltimore College of Dental Surgery- cuyo nombre era Gillete Hayden (1880-1929), visitó la clínica del matrimonio Spalding-Rogers para aprender el legado de Smith. Hayden y Rogers acordaron fundar una sociedad que promoviera y divulgara los conocimientos de profilaxis oral de manera que, junto a otros seguidores de Smith, después de dos reuniones en Kansas City (1913) y Toledo, Ohio (1914), crearon el 23 de mayo de 1914 en Cleveland, Ohio, la American Academy of Oral Prophylaxis and Periodontology.
Pues bien, como decíamos, tras escuchar las enseñanzas de Smith en un congreso de la Northeastern Dental Society en 1899, Fones acordó seguir sus procedimientos e incorporar el nuevo concepto de prevención en su trabajo. En el viaje de regreso sugiere a su compañero William Jarvie que una mujer podría ser entrenada en este trabajo, de manera que el dentista, liberado del mismo, se dedicaría a las técnicas operatorias. Durante los siguientes años Fones perfecciona su técnica de limpieza y pulido y enseña a sus pacientes cómo han de realizar en casa el cuidado de su dentadura.
En 1906 el resultado de los logros a consecuencia de estos nuevos cambios eran evidentes comparados con los que pudiera ofrecer la inamovible odontología de su padre. Su actividad comienza a ser conocida más allá de su clínica de manera que el New York College of Dental and Oral Surgery le invita a exponer sus conocimientos.
Ese mismo año enseña a su asistente, Irene Newman, a la que se ha considerado la primera higienista dental de la historia. Fones perfiló un curso para Irene centrado básicamente en ciertas nociones básicas de odontología y de mecanismos de limpieza y pulido, ayudado por algunos dibujos y libros. Algunos dientes que había extraído fueron montados en un modelo y Fones manchaba sus superficies, las cuales tendría que eliminar Mrs. Newman con un palillo de madera de naranjo y polvo de piedra pómez. Posteriormente se encargaría de limpiar la boca de su maestro sin que éste la hubiera aseado después del almuerzo. Tras un mes de aprendizaje, Irene era competente en la limpieza de la dentadura de los niños.
Fones, en estos momentos, se esforzaba en advertir tanto a sus colegas como a sus pacientes sobre la falta de motivación para mantener sus bocas limpias, haciéndoles saber que si persiguieran estos objetivos, el 80% de todas las operaciones dentales podrían evitarse y la práctica odontológica se ocuparía en lo sucesivo de la salud y no de la enfermedad. Para ello, insistía, la ayuda de una mujer en cuyas manos quedaba este cometido, sería de gran valor. Mientras se crearan centros destinados a su formación, estas ayudantes deberían ser educadas en clínicas dentales particulares.
H.S. Seip, presidente de la Pennsylvania State Dental Society, reconociendo la imposibilidad de que el dentista, tan ocupado en las tareas de operatoria dental, pudiera ocuparse de la profilaxis, apoyó la idea y recomendó un cambio en la legislación que permitiera la existencia de una enfermera dental para realizar la profilaxis de la superficie dental. Casi de manera simultánea, Rhein, Fones, Wright, Hyatt y Low, todos ellos eminentes dentistas repartidos por diferentes puntos de los Estados Unidos, escribieron y conferenciaron sobre el papel de esta nueva profesional y coincidían en sus puntos de vista. Todos trataban de convencer a sus compañeros para que las incorporaran en sus clínicas, pero la primacía le corresponde a Fones.


El Bridgeport School Dental Health Plan.

Alfred C. Fones era de la opinión de que el mayor beneficio de la prevención dental podría conseguirse mediante programas de educación en las escuelas públicas pues así se evitaría la aparición de la caries dental y, a la larga, el número de obturaciones a realizar sería muy pequeño. Para ello ideó la puesta en marcha de un plan en su lugar de residencia a través del Bridgeport School Board, del cual era miembro, destinado a los escolares de esta ciudad.
Después de ciertas garantías que tuvo que demostrar tras un cuatrienio de duros trabajos, el plan fue aprobado por el Board of Education y comenzó en 1914. Este fue el primer servicio de higiene dental en el área de la salud pública dental que echó a andar una vez se garantizó la cantidad de 5000 $ con lo cual Fones se hizo cargo del programa. El sueño de este gran dentista se vio recompensado cuando al cabo de los cinco primeros años la reducción de la caries dental en dentición permanente fue de un 33.9% en comparación con un grupo control, todo ello gracias principalmente a la educación sanitaria y a los cuidados que los niños realizaban en su casa tan como los habían aprendido en la escuela.


El primer curso de higiene dental.

La necesidad de contar con personal apropiado para desarrollar este programa llevó a Fones a idear un curso de higiene dental. Él creía inadecuada la denominación de “enfermera dental” (dental nurse) ya que quedaba relacionada con la enfermedad, mientras que para él la higienista estaba dedicada a la salud y a la prevención de la enfermedad, de ahí que el término que propuso fuera el más apropiado de “dental hygienist” que todavía subsiste.
Un grupo de entusiastas profesores venidos de las universidades de Hardvard, Yale, Pennsylvania y el Columbia College of Physicians and Surgeons, además de otros eminentes especialistas de New York y Bridgeport, respondieron ilusionados al proyecto de Fones de manera altruista hasta el extremo que pagaron de su bolsillo el coste de los viajes. La solidez de este plan era su mejor valor y las lecciones de este grupo de ilustres fueron recopiladas en el que sería el primer libro de higiene dental con el título de Mouth Higiene. A textbook for Dental Hygienists, editado en 1916 en Philadelphia por Fones con R.H.W. Strang y E.C. Kirk como editores asociados.
Las clases se impartieron en la casa de Fones, cuyo domicilio era 10 Washington Avenue, Bridgeport, CT. El segundo piso estaba ocupado por Fones, su padre e I. Newman y el primero se destinó a recepción, secretaría y otras habitaciones además de una larga dependencia que se usaba como garaje. Pues bien, éste fue convertido en un aula con sus pupitres, proyector, pantalla, etc., en cuyo montaje colaboraron económicamente algunos adinerados pacientes de Fones.
Cuando la primera parte del curso hubo transcurrido , este aula se transformó en una clínica para instrucción práctica en procedimientos profilácticos. Los pupitres fueron reemplazados por cincuenta sillas con mesas de trabajo y escupideras prestadas por la S.S. White Dental Manufacturing Company. Cada silla tenía su iluminación y en el centro de la sala se instaló un fregadero con agua corriente fría y caliente, donde se preparaban los instrumentos para ser esterilizados. El instrumental era suficiente para cuanto se enseñaba. Maniquíes con mejillas, lengua, mandíbula movible y un completo juego de dientes fueron colocados en los reposacabezas de manera que las estudiantes fueron entrenadas sistemáticamente para revisar toda la dentadura con los útiles adecuados, así como para la realización de la limpieza, y eran examinadas con rigor a lo largo de todo el curso. Una vez demostrada su suficiencia, pasaban a trabajar con niños y después con adultos. Únicamente eran entrenadas en el campo de la profilaxis, pero con gran minuciosidad.
Fones reclutó jóvenes para inscribirse en este primer curso y su programa fue difundido en varios periódicos. Comenzaron las clases 33 damas de las cuales 24 eran ayudantes en clínicas dentales, 3 esposas de dentistas, 3 enfermeras y 3 graduadas, de las cuales 27 concluyeron el curso y recibieron sus diplomas el 5 de junio de 1914, entre ellas, Mrs. Newman y Mrs. Fones.
Ante la incertidumbre del futuro del programa escolar, algunas graduadas aceptaron ofertas de las clínicas privadas, otras dos fueron contratadas como supervisoras y adoctrinaban a otras estudiantes para trabajos en la escuela; a las que trabajaron en las escuelas públicas se les pagaban 1.5 $ diarios, 9 $ semanales. Eran jóvenes con un porvenir prometedor que veían recompensado el esfuerzo de un año donde no pocas asistieron a clase una vez cumplían su trabajo y muchas de ellas llegaban en tren procedentes de varias decenas de kilómetros. Antes de que fueran creados centros para impartir esta enseñanza, Fones hubo de formar nuevas higienistas con otros dos cursos. De las 97 graduadas bajo su dirección, muchas se repartieron por diversos lugares de los Estados Unidos y también por Hawai, donde eran pioneros en algunas áreas de la higiene dental. En 1949, algunos dentistas y el Junior College of Connecticut, del que Fones había sido administrador, colaboraron en la reapertura de la Fones School of Dental Higiene, actualmente en el campus de la universidad de Bridgeport, muy cercana a aquél garaje.



Nuevas escuelas de Higienistas dentales.

A la escuela de Fones siguieron otras como la New York School of Dental Hygiene, promovida por M.L. Rhein y L.C. Ball, subvencionada por la Rockefeller Foundation, que después formó parte de la Vanderbilt Clinic of Columbia University y después de la School of Dental and Oral Surgery, Columbia University. Robin Adair (1878-1929), dentista de Atlanta, Georgia, fue otro pionero de la higiene dental que abrió en este lugar otra escuela, con tan mala fortuna que falleció un año después en un accidente de tráfico. Igualmente, algunas instituciones benéficas hicieron lo propio en su seno, tal fue el caso de las Guggenheim Clinic, Eastman Dental Clinic y la Forsyt Infirmary, de la misma manera, más de una universidad, como la de Harvard, se sumó a la corriente y organizó cursos para estas profesionales.
En el caso de Rochester, ciudad natal del inventor de la cámara fotográfica Kodak, George Eastman, donde él mismo creó una clínica dental para escolares, el Rochester Dental Dispensary, inaugurada en 1916 y dirigida por el Dr. Harvey J. Buckhart, bajo cuya supervisión se abrirían otras clínicas similares en diversas partes del globo, hay que reseñar que el concejo se mostró dispuesto a dedicar 20.000 $ del fondo de Eastman con el fin de crear y mantener un cuerpo de higienistas dentales en las escuelas públicas por un periodo de cinco años. Después, este mecenas proveería los fondos necesarios para mantener el trabajo como parte de los servicios del dispensario.
Poco después ocurrió algo similar en Boston. En esta ciudad, los hermanos Forsyth crearon otro centro de iguales características. El 2 de octubre de 1917 se graduaba la primera promoción de higienistas dentales bajo la presidencia de Mr. Thomas Forsyth quien entregó personalmente los diplomas.
En los treinta años siguientes se abrieron catorce escuelas para higienistas dentales con programas acordes a las necesidades locales, de ahí que existiera gran variedad entre ellos centrando su interés en la clínica o en la educación y la prevención.



Primeras normas legislativas.

Todo ello fue posible una vez la legislación autorizó la enseñanza oficial y reglada para la formación de la higienista dental, figura indiscutible en el campo de la odontología gracias al esfuerzo de los dentistas citados líneas atrás los cuales, especialmente Fones, abogaron cabalmente por la institución de este nuevo modelo profesional. El alcance de la práctica de la higiene dental se extendió rápidamente más allá de la práctica privada y escolar y en 1915 el estado de Connecticut, advirtiendo las posibilidades de esta profesión en un futuro, promulgó una enmienda a las leyes dentales regulando la práctica de estas auxiliares. Primeramente el campo de operación de la higienista fue legalmente delimitado. De este modo, la ley sienta un precedente para la mayoría de los estados que después adopten leyes similares. La primera definición de la práctica de la higiene dental dejaba claro que ningún dentista podría empleara asistentas que no fueran higienistas dentales, éstas podrían quitar depósitos de sarro y manchas de las superficies expuestas de la dentadura por debajo de los márgenes libres de la encía, pero no podrían realizar otras operaciones de la dentadura o de la boca; deberían trabajar en la clínica de algún dentista registrado o en alguna institución pública o privada también bajo la supervisión de un dentista licenciado y registrado.
Los dentistas de Massachussets quisieron introducir una enmienda similar en su legislatura en 1910 pero no fue posible hasta un lustro después. El 1 de septiembre de 1916 se legislaba en el estado de New York lo concerniente a dichos estudios. De acuerdo a sus enunciados, cualquier dispensario u hospital dental legalmente establecido y registrado ante el Consejo de regentes de la Universidad del Estado de New York, y siempre que se hallara debidamente equipado, podría establecer los cursos necesarios para la instrucción de las higienistas dentales, quienes habrían de seguir un curso de un año de duración una vez hubieran acreditado haber cumplido los veinte años, ser residente en dicho estado y gozar de buena reputación moral.



Connecticut. Nace el asociacionismo profesional.

La primera asociación profesional se formó inmediatamente después de salir la primera promoción bajo el impulso de Fones y fue la Connecticut Dental Hygienist’s Association de la que Irene Newman fue elegida su primera presidenta y se formaron varios comités para llevar adelante el trabajo de una asociación que abogaba por la educación del público en temas de prevención así como por la investigación para una mejor formación de las asociadas. En febrero de 1915 su secretaria, Mrs. Winifred Hart, escribe a los miembros de la Connecticut Dental Association, todos dentistas, y a sus esposas, invitándoles a inscribirse como miembros asociados a lo cual responden gustosamente algunos de ellos. En abril siguiente celebran su primera reunión donde tres higienistas leen sus aportaciones y otras diez hacen demostraciones de sus habilidades profilácticas en casa de otros tantos dentistas. En la siguiente reunión, celebrada en New London, la cifra de higienistas alcanza casi el centenar y durante la cuarta, que se desarrolló en New Haven, se produce un intercambio de ideas entre algunas asociaciones estatales de higienistas y las escuelas de Rochester, Forsyth y Columbia enviaron clínicos que instruyeron al auditorio en la toma de radiografías y A Fones e I. Newman informaron sobre un programa que ellos iniciaron en soldados de la Primera Guerra Mundial. En este momento el higienismo dental muestra un notable nivel que, sin duda, hay que atribuir en gran medida a la colaboración generosa de los dentistas de Connecticut.
Una vez fueron emergiendo diferentes asociaciones estatales próximas a aquellos lugares donde se instituyeron centros para su formación, los grupos del este consideraron la posibilidad de formar una asociación de carácter nacional. Un pequeño grupo de cuatro entusiastas higienistas dentales formadas en California formaron una asociación estatal en 1919, y al año siguiente eran diez miembros activos: dos graduadas en el Forsyth y otras ocho en California. Probablemente la gran distancia y la falta de contacto directo con las asociaciones del este estimularon a las de California a emprender una asociación nacional que promoviera los ideales de la profesión, preservara sus derechos y ganara fuerza a través de su mutua cooperación. Este exiguo grupo motivó a otros estados en la formación de la organización nacional.
Poco después, bajo la dirección de su presidenta, Elma Platt, las higienistas de California redactaron una resolución que presentaron ella misma junto a Guy S. Milberry, decano de la University of California School of Dentistry, a la cámara de delegados de la National Dental Association en junio de 1922. En ella exponían que como tal organización de higienistas graduadas con interés en la salud y bienestar de la humanidad, al igual que la profesión dental y otras organizaciones sanitarias, la cooperación entre ambos estamentos debería ser común, por ello solicitaban de la National Dental Association que diera un paso adelante para promover la organización de una American Dental Hygienists’ Association.
Así las cosas, la resolución fue adoptada al año siguiente.
La American Dental Association (ADA) redactaría un modelo de ley regulando la práctica de la higiene dental, en cuyo aprendizaje se recibirían enseñanzas en ciencias dentales básicas así como entrenamiento en higiene dental. Quedó aprobado que las higienistas pudieran remover el cálculo dental pero no emprenderían operaciones de la dentadura ni de otros tejidos orales. La American Dental Hygienists Association (ADHA) fue fundada en 1923 bajo el patrocinio de la ADA y cuatro años después, en enero de 1927, contaba con su propia revista, de periodicidad mensual, el Journal of The American Dental Hygienist´s Association, editado por Dorothy Bryant. Desde entonces, las atribuciones de la profesión de higienista dental varían mucho dependiendo de la legislación establecida en cada país.



La Higienista Dental de Nueva Zelanda. 1921.

La primera escuela de servicio dental de Nueva Zelanda se fundó en 1921, tras la Primera Guerra Mundial (3). La constatación de las maltrechas bocas de los soldados encendió la luz roja sobre la salud dental de los ciudadanos y hubo que tomar cartas en el asunto de manera que se apostó por un servicio dental para los niños de los colegios a fin de que en un futuro se evitara esta situación tan lamentable invirtiendo los esfuerzos en la infancia, si bien ya en 1913, el Dr. K. Cox, presidente de la New Zealand Dental Association, ya había recomendado un plan similar a cargo del estado.
En 1920, una nueva ley sanitaria aprobaba que la inspección médica pasara desde el Departamento de Educación al de Sanidad. Thomas A. Hunter fue nombrado director de la recién creada Division of Dental Higiene de la que se hizo cargo a partir del 1 de enero. Como quiera que el número de odontólogos era escaso para cubrir esta necesidad, el Gobierno, con el apoyo de la citada asociación, decidió entrenar enfermeras dentales para realizar extracciones y obturaciones dentales y para educar en salud dental a los niños menores de trece años, si bien con ciertas reticencias al principio por parte de algunos estamentos profesionales, pero un editorial del New Zealand Dental Journal explicaba que el objetivo era devolver la salud a los niños de la nación (4).
El primer grupo de enfermeras dentales comenzó su formación en 1921 y 29 de ellas lo completaron dos años después. Al principio ocuparon para este menester un edificio en Wellington (en la isla norte), pero en 1940 fue sustituido por el Dominion Training School en la misma ciudad. Una segunda escuela fue abierta en Auckland (isla norte) en 1951 y tres años después en Christchurch (isla sur). En 1963, consolidado el programa, se graduaban dos centenares de higienistas anualmente.
De esta manera, andando el tiempo, cada niño recibiría un tratamiento completo dos veces al año incluyendo profilaxis, obturaciones, extracciones y aplicación tópica de fluoruros en aquellos lugares donde no hubiera fluoruración.
Un estudio realizado veinticinco años después de que se iniciara el programa, demostraba felices resultados: existía una elevada proporción de piezas obturadas y un índice muy bajo de extracciones, los niños gozaban de una buena higiene oral, todo ello derivado de la asistencia regular que recibían pues un 93% de los escolares eran objeto de ella y un 72% de todos sus dientes con caries habían sido tratados. Pero no quedaba aquí la cosa pues estos niños, una vez estaban fuera del programa por rebasar la edad, seguían demostrando una alta sensibilidad hacia la higiene oral y así más del 71% de las personas con edades comprendidas entre 15 y 21 años, continuaban su cuidado dental de forma regular como se acostumbraron a hacerlo cuando niños. En 1969, un total de 1.344 enfermeras dentales atendieron a 568.119 niños.

En febrero de 1946, el doctor Roy E. Anderson, ex director de los servicios médicos en Malaya (luego parte de Malasia), estaba de vacaciones en Nueva Zelanda. Al parecer por casualidad, se dio cuenta de un grupo de señoritas bien uniformadas que salían de un edificio de la calle Upper Willis, en Wellington. Preguntando acerca de ello, fue invitado a visitar la clínica dental donde estas jóvenes trabajaban. A su regreso a Malasia, Anderson habló con gran entusiasmo de este nuevo sistema de escuela de enfermeras dentales, indicando que “era raro encontrar en el grupo de niños de seis a doce años raíces sépticas, abscesos apicales, caries complicadas en dientes permanentes y, en general, bocas descuidadas.”



La Higienista Dental de Malasia.

Así, pues, basada en la experiencia de Nueva Zelanda, la escuela malaya se fundó en 1949, antes de independizarse de Gran Bretaña en 1957 y antes de que Malasia fuera formada en 1963, debido al escaso número de odontólogos. Charles F. Mummery y Chellie Sundram tuvieron mucho que ver en la puesta en marcha del proyecto. La instrucción fue impartida en parte por una enfermera dental de Nueva Zelanda que estaba de visita en Penang, lugar donde se ubicó este centro y contestó a un aviso que pedía profesores para la nueva escuela. El sistema de higienistas dentales fue adaptado al medio de Malasia, con enfermeras ubicadas principalmente en grandes clínicas dentales.
¿Cuáles fueron las funciones de estas enfermeras dentales? En 1969, de acuerdo al artículo de Ruth Roemer que venimos siguiendo, la enfermera dental estaba autorizada para dar servicios dentales preventivos y curativos a los niños menores de doce años y a los de doce a catorce en caso de emergencia. Siete eran sus funciones:
Colocación de obturaciones de amalgama en dientes temporales.
Colocación de obturaciones de amalgama en dientes permanentes.
Extracción de dientes temporales con caries, bajo anestesia local.
Detartraje, pulido y aplicación tópica de fluoruros.
Reconocer y registrar maloclusiones para ser tratadas por el odontólogo.
Entrenar al niño a someterse a tratamiento dental a intervalos frecuentes y regulares.
Dar educación en salud dental.
Para obturaciones en dientes anteriores, extracciones de dientes permanentes, ortodoncia y servicios de restauración el niño era enviado al odontólogo.
La enfermera dental en Malasia desarrollaba principalmente su trabajo en el campo de la sanidad pública, en clínicas y en escuelas. Siempre estaban supervisadas por un odontólogo y una enfermera dental supervisora (“dental sister”) los cuales formaban parte de un equipo dental constituido también por cinco enfermeras dentales, dos asistentes dentales (personas con dos años de entrenamiento en servicio después de haber cursado nueve años de enseñanza básica) y un técnico dental. Cada enfermera dental era responsable de un grupo de tratamiento de 500 a 600 niños a quienes debería mantener con buena salud dental mediante controles, instrucciones de higiene oral y detección de caries de manera que atendía entre 20 y 30 niños al día cuyo resultado inspeccionaba el odontólogo, quien la auxiliaría en caso de dificultad.
La enfermera dental de Malasia, eran admitidas en la escuela una vez pasaran sus exámenes de “senior Cambridge” que siguen a once años de enseñanza básica. Dos años de enseñanza académica y dieciséis meses de entrenamiento práctico en los que habría de colocar 1.200 obturaciones de amalgama en dientes permanentes y 900 en dientes temporales. Igualmente, recibían instrucción sobre el uso de anestésicos, extracción de dientes temporales y manejo psicológico del niño y sus padres, todo ello supervisado en cada etapa. Posteriormente se la colocaría con un oficial dental en una clínica donde ella organizaría y atendería a un “grupo de tratamiento” bajo la supervisión de éste. Completado su trabajo de campo, se convertiría en una de las cinco miembros del equipo, capaces de atender sólas los casos rutinarios así como de derivar los casos más complicados.
Programas de salud bucodental similares fueron desarrollados tras el de Malasia en Singapur, en 1961, y en Tasmania (Australia), en 1966.



La auxiliar dental de la New Cross en Gran Bretaña.

En 1957, el General Dental Council del Reino Unido fue encargado de poner en marcha un programa experimental de formación y empleo de auxiliares dentales que operaran en boca, con el fin de determinar el interés práctico que podrían aportar en un sistema comunitario de cuidados. El programa de formación, programado para dos años, comenzó en 1960 en el New Cross General Hospital de Londres bajo el modelo del programa de formación de enfermeras dentales de Nueva Zelanda. Una vez obtenido su certificado de aptitud, la auxiliar dental de la New Cross estaba autorizada a trabajar exclusivamente bajo la dirección de un dentista en un servicio de salud dependiente de la colectividad local o en el hospital, pero no en la práctica dental privada.
A diferencia de su homóloga neocelandesa, la auxiliar dental de la New Cross no está autorizada a hacer diagnósticos o a prescribir tratamientos, como tampoco a trabajar al margen de un dentista. Sin embargo, podía hacer restauraciones simples incluida la preparación de obturaciones, extraer dientes temporales bajo anestesia local por infiltración, detartrajes y medidas profilácticas aparte de educar en higiene bucodental. Al término de un periodo experimental, la profesión de auxiliar dental de la New Cross fue reconocida en el Reino Unido.
El programa, desarrollado al principio de manera experimental, tenía claras algunas particularidades: estas auxiliares tratarían a los niños, la formación de las enfermeras dentales de Nueva Zelanda serviría de guía y las mujeres eran más convenientes para este fin que los hombres.
Algún tiempo después, fueron realizados programas análogos en Australia meridional (1967), en Australia occidental (1970) y en los nuevos territorios de Canadá. Estos programas difieren entre ellos en sus prestaciones y el personal se sitúa entre el auxiliar dental de la New Cross y la enfermera dental escolar de Nueva Zelanda, de ahí que sus atribuciones sean distintas.

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